En esta vida hay muchas ocasiones para celebrar con una tarta:
cumpleaños, bautizos, bodas, comuniones, divorcios, trabajos, embarazos,
aniversarios.... o simplemente, que hoy es jueves.
Creo que cualquier excusa es buena, incluso,
¡que no haya excusa!. J
Mis primos me pidieron una tarta sencilla pero que estuviera super
rica. Querían que fuera de mousse de limón, así que empecé a pensar en cómo
hacer algo que le diera un toque original y distinto.
Lo normal en este tipo de tartas es hacer una base de migas de
galletas sobre la que se coloca la mousse de limón, que luego se remata con una
gelatina amarilla, también de limón. Pero, aunque estas tartas están muy ricas,
me parecía que era un poco lo de siempre.
Estuve dándole vueltas y vueltas y poco a poco los ingredientes se
fueron colocando en su lugar.
Tenía claro que quería una base con un bizcocho bien jugoso y almibarado para que aportara contraste con
la mousse, pero tenía que tener algo que lo llevara más allá. Los frutos del bosque fueron la elección ideal,
porque combinan genial con el limón y aunque son ácidos, tienen un toque dulzón
que reduce la impresión agria en boca.
Para la mousse tenía la receta perfecta. Una combinación de crema de limón con base de huevo (“lemon curd”), merengue francés y nata montada.
Quedó realmente exquisita. El merengue y la nata equilibraron perfectamente la acidez extrema de la crema de limón, llevándola a un punto delicioso.
Y para rematar, un merengue suizo. Aunque había conseguido controlar que la tarta no fuese demasiado ácida, creí oportuno aportar un toque dulzón que fuera en consonancia con el almíbar del bizcocho y que ayudara aún más en el equilibrio de sabores de la tarta.
Además, necesitaba una base consistente donde colocar las decoraciones. J
El resultado fue espectacular: una tarta sencilla, con una textura suavísima y plena de sabores, rematada por una preciosa figurita de un osito bebé.
Creo que la figura del osito es una de los muñequitos más cuquis que he hecho nunca. Como siempre estuve buscando inspiración por internet y encontré ideas geniales. La verdad es que hay grandes artistas repartidos por todo el mundo.
Juntando ideas conseguí concebir la imagen de lo que quería hacer. Cómo la tarta era para un bautizo, tenía que ser algo que estuviera relacionado con los bebés: chupetes, biberones, ositos de peluche, pañales, mantitas….
En un inicio pensé en hacer directamente un bebé, pero iba a quedar un poco raro y luego iba a dar un poco de cosa comérselo, así que deseché la idea y me decidí por hacer un oso de peluche.
Para relacionar aún más al osito con un bautizo pensé que tenía que ser un “osito bebé”, por eso le añadí un pequeño chupete en la boca. ¡Quedó monísimo!.
Después pensé en reforzar esta idea añadiéndole algunos accesorios para chiquitines, por lo que hice un biberón y le coloqué su mantita preferida en el hombro. Esa idea la tomé de Linus Van Pelt, el amigo de Charlie Brown que no se separa de su mantita porque le da mucha confianza y que es uno de los personajes de las tiras cómicas Peanuts, creadas por Charles M. Schultz.
Finalmente, había que dejar clara que la tarta era para celebrar a Alejandro, así que preparé las letras de su nombre, las coloqué sobre nubes y las repartí por la tarta.
Y poco más os puedo contar. Que septiembre ha oído mis súplicas y
por fin he podido ver el mar... ¡Qué ganas tenía ya!.
Para celebrarlo hoy también quiero compartir con vosotros una
poesía preciosa sobre el mar, de uno de mis poetas preferidos: Neruda.
EL MAR
(Pablo Neruda)
NECESITO del mar porque me enseña:no sé si aprendo música o conciencia:no sé si es ola sola o ser profundoo sólo ronca voz o deslumbrantesuposición de peces y navios.El hecho es que hasta cuando estoy dormidode algún modo magnético circuloen la universidad del oleaje.No son sólo las conchas trituradascomo si algún planeta temblorosoparticipara paulatina muerte,no, del fragmento reconstruyo el día,de una racha de sal la estalactitay de una cucharada el dios inmenso.Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,incesante viento, agua y arena.Parece poco para el hombre jovenque aquí llegó a vivir con sus incendios,y sin embargo el pulso que subíay bajaba a su abismo,el frío del azul que crepitaba,el desmoronamiento de la estrella,el tierno desplegarse de la oladespilfarrando nieve con la espuma,el poder quieto, allí, determinadocomo un trono de piedra en lo profundo,substituyó el recinto en que crecíantristeza terca, amontonando olvido,y cambió bruscamente mi existencia:di mi adhesión al puro movimiento.
¡Buen fin de semana y felices tartas playeras!
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