Hay veces que la vida te regala placeres maravillosos y hacer esta tarta, ha sido uno de ellos.
Esta tarta celebra el 40 aniversario de boda de mis padres y el cumpleaños de mi madre y, como casi todos los novios, mi padre tuvo que compartir esta belleza pensada y diseñada para la novia/cumpleañera. ¡Lo siento papi!. :(
Y encima ha sido una verdadera sorpresa. Ella me pidió que hiciera
el postre de su fiesta y la convencí para hacer unas tartaletas. Tartaletas que
jamás tuve intención de realizar y que me sirvieron de coartada hasta el
momento de llevar la tarta a la mesa. ¡Menuda cara que puso!. Ese momento
compensó cada esfuerzo.
En un principio había pensado lanzarme a hacer una tarta de 2
pisos y coronarla con unas figuras de novios divertidas y personalizadas. Hasta
compré los utensilios para hacerla, pero al final me decidí por darle prioridad
a la jugosidad, a los sabores y a las decoraciones.
El color favorito de mi madre es el amarillo y le apasiona el
merengue italiano, así que no quedaba otra que la tarta fuera amarilla y que
llevase merengue.
Podía haber optado por teñir el merengue, pero no soy muy fan de
tintar la comida de colores. Así que me decidí por aplicar una técnica que
llevaba tiempo queriendo usar: el encaje Cornelli.
Esta técnica se realiza con una glasa real ligera y consiste en
hacer un hilo continuo de glaseado, dibujando líneas en forma de eses, moviéndote
por toda la tarta hacia arriba y hacia abajo, para simular un encaje.
En la práctica me resultó una técnica muy sencilla de utilizar y
con un resultado espectacular, consiguiendo dar un aspecto amarillo a la tarta
sin haber tenido que finalmente teñir el merengue.
Si mi madre y yo tenemos una pasión compartida, a parte de la
cocina y la repostería, es la de la jardinería. Nos apasionan las plantas y las
flores. Y además, mi madre es una romántica empedernida.
Todas estas ideas me llevaron a decidirme a rematar la tarta con
un bouquet de flores. Como si fuera el ramo de la novia.
La flor del romanticismo y la elegancia, por excelencia, es la
rosa. Para que se integrasen completamente en la tarta, tenían que ser de color
amarillo, exactamente como el del encaje. Pero había que tener cuidado de que
no quedaran enmascaradas entre tanto color. Por eso, y para darle más volumen y
cuerpo al bouquet, las acompañe de unas pequeñas flores blancas de jazmín y de
hojas de rosal verdes, que dieran el contraste final. Además, los jazmines eran
una de las plantas favoritas de mi abuela y madre de mi madre, que en paz
descanse, y que siempre han estado presentes en nuestras vidas.
Me resultó divertidísimo pensar y realizar esta tarta, buscando
integrar nuevas técnicas y sabores y recordando aquellos años super felices en
los que trabajé en una floristería, aunque esta vez las flores eran de azúcar.
En cuanto a los sabores… pues por supuesto que estaban también
orientados a los gustos de mi madre. Le encantan los mangos. Es verdadera
pasión la que tiene por esta fruta. Así que tenía claro que la tarta tenía que
llevar mango.
Lo único es que si el mango ya es dulce, al mezclarlo con merengue
italiano… aquello iba a ser una bomba de azúcar.
Dándole vueltas al final se me ocurrió contrastar la dulzura de
ambos sabores con una compota más ácida y con un toque picante, lo que conseguí
al mezclar la naranja con jengibre fresco. ¡Deliciosa!. Tenéis que probar a
hacer esta compota, está realmente rica.
El resultado fue una delicia tropical, extrajugosa, rematada por
una capa generosa de dulce y crujiente merengue italiano... Mmmmm.... ¡Una
delicadeza para el paladar!.
No me quiero ir esta semana sin dedicarle un poema maravilloso a
mi madre y prometerle a mi padre que también tendrá su tarta especial,
¡promise!:
LAS MANOS DE MI MADRE
(Mario Benedetti)
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son las que aman,las que todo prodigan y nada me reclaman!¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,me sacan las espinas y se las clavan en ellas!Para el ardor ingrato de recónditas penas,no hay como la frescura de esas dos azucenas.¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustiasson dos milagros blancos apaciguando angustias!Y cuando del destino me acosan las maldades,son dos alas de paz sobre mis tempestades.Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;¡Son las únicas manos que tienen corazón!(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:aprended de blancuras en las manos maternas).Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,cuando tengo las alas de la ilusión caídas,¡Las manos maternales aquí en mi pecho soncomo dos alas quietas sobre mi corazón!¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!
Espero que os haya gustado.
¡Buen fin de semana y felices tartas!
Fué la sorpresa más bonita como remate de mi fiesta. Me encantó por lo espectacular y estaba deliciosa. Desprende todo tu cariño. Muchísimas gracias
ResponderEliminarTe quiero
¡Gracias Mami!. Preparaste una fiesta preciosa, en la que todos lo pasamos genial y hacer la tarta fue más que un placer. Además, estaba riquísima, aunque está mal que yo lo diga. :)
Eliminar¡Te quiero!
Yo la probé y doy fé de que estaba buenísima. Daba pena comersela de lo bonita que era
ResponderEliminar¡Jajaja! Si que daba pena comérsela, pero merecía la pena porque estaba riquísima.
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