Hoy, os voy a mostrar algo de mi trabajo. Esta tarta me la encargó Charo, compañera
de clases de flauta. Su hija Carla cumplía 6 años y quería celebrarlo de forma
especial.
Al ser una tarta infantil decidimos que tenía que tener mogollón
de chocolate. Y así la hice. Con un bizcocho de chocolate suave, bien almibarado, trufa de chocolate negro, trufa de chocolate con leche y trufa
de chocolate blanco. Es una forma muy sencilla de hacer una tarta, porque sólo
tienes que montar mucha nata y derretir los 3 tipos de chocolate. Los mezclas
individualmente y… ¡voilà!: 3 rellenos exquisitos. No hay ni que añadir azúcar,
porque las propias coberturas ya vienen endulzadas. Menos es más.
Pensando en cómo personalizar la tarta, mi compañera me preguntó
si me atrevía a representar a la niña, y yo, ni corta ni perezosa, le dije que
por supuesto. Ya sabéis que la ignorancia es muy atrevida. ¡je, je!.
Le pedí que me mandara alguna foto de la
niña con su ropa preferida o vestida de alguna forma que ella se pudiera sentir
identificada. Charo tenía muy claro que fotografía quería que utilizase. Es
más, ya me la había enseñado alguna vez en la escuela de música y la verdad es
que la enana salía preciosa.
En la foto Carla salía en el cole, disfrazada de estrellita. No
tengo muy claro si fue por Carnaval, por Halloween o para una actuación, pero
la fotografía era perfecta para poder representarla. Hice la figurita fijándome
en cada detalle y el resultado fue mucho mejor de lo que, sinceramente, me
esperaba. Creo que la caracterización de Carla quedó genial y ella rápidamente
se reconoció a sí misma con su disfraz de estrellita.
Charo comparte mi idea de no forrar las tartas con fondant, es un
gasto enorme y al final casi nadie se lo come porque es super empalagoso y su
textura contrasta demasiado con el bizcocho y los rellenos. Por eso hice una
decoración más tradicional usando la trufa aplicada con una manga pastelera y
dándole forma de estrellas. De esta forma también reforzaba la idea de la
estrella de la tarta, que llevé aún más allá añadiendo estrellas doradas, a
juego con la de la diadema de Carla, por toda la tarta.
Como el resultado final que daban los colores de la tarta quedaba
un poco serio para ser una tarta infantil, decidí darle un poco de color
añadiendo unas virutillas de colores que animaran un poco los marrones y
dorados.
Las que tampoco podían faltar, eran sus 2 muñecas especiales, ya
que Carla se pasa el día jugando con ellas y las tiene un cariño incondicional.
No va a ningún lado si ellas y tiene una forma muy característica de cogerlas.
Se las mete debajo de los brazos y las agarra como si fuera en jarras. Es muy
divertido verla.
Me planteé poner así las muñecas en la
tarta, pero cuando estuve haciendo pruebas no me convenció el resultado final
porque la tarta quedaba muy vacía, con un mazacote de figura en el centro. Se
lo comenté a Charo y no tuvo ningún problema en que las colocara de una forma
mejor para la tarta.
Quedaron tan bien que Carla no quería ni ponerlas encima de la
tarta, no sea que se estropearan. Es más, es que las tiene de adorno en su
estantería. Si dejas secar el fondant y le aplicas una pequeña película de
laca, puedes conservar las figuritas un montón de tiempo.
Al final todos disfrutaron de una tarta estupenda y Charo pudo dar
a su peque una sorpresa muy especial. La hermana mayor de Carla, cuando me vio
en la escuela de música, me dijo que era la tarta más rica que había comido
nunca y que hasta había soñado con ella. Casi me la como a besos. No se puede
conseguir una crítica mejor, es absolutamente imposible.
Y esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado y no dudéis en dejar algún comentario. ¡Buena semana!
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