¡Buenas tardes!. Pues ya estamos a martes y aquí sigo en Modo
Romántico ON. Esta semana, tal y cómo os comenté en la entrada
pasada, vamos a hacer una "Tarta de fresones con queso
Mascarpone". La tarta más rica del mundo. Bueno, para
mí, pero es que está buenísima. Es una tarta muy jugosa, llena de texturas:
bizcocho empapadito en almíbar, trocitos de fresones frescos, compota de
fresones y una crema de queso Mascarpone deliciosa.
¿No me digáis que no se os hace la boca agua?. Ya sólo la pinta es
para morirse. Además, pocas cosas hay más románticas que los fresones. Son
rojos, color que representa la pasión, como los corazones de San Valentín. En
un ranking de ingredientes amorosos, creo que sólo serían superados por el
chocolate. Como ya preparamos un tierno "Bizcocho 4 cuartos de chocolate y vino tinto", tocaba
lanzarse a por una receta con más color.
Para el bizcocho he utilizado la receta de un Sinuás o bizcocho base. Esta vez no he incluido muchas fotos, pero si tenéis dudas sobre su elaboración, podéis echar un ojo en la entrada sobre el "Bizcocho Sinuás" o en el post sobre "Cómo elaborar masas batidas ligeras". Por cierto, puede que os suene la crema de queso que acompaña a
los fresones, porque ya la utilizamos en su día para rematar unos deliciosos "Cupcakes de zanahoria especiados con crema de quesoMascarpone". Está tan
rica, que a veces la preparo simplemente para acompañar un buen tazón de
fresones. ¡Probádlo!. ¡Os va a encantar!.
Hoy también me he dado una vuelta por internet para investigar un
poco sobre el porqué celebramos San Valentín. Pues resulta que el día de los enamorados
tiene un ¡origen cristiano!.
En la antigua Roma, desde el siglo IV se
habían ido eliminando todas las fiestas paganas. El papa Gelasio I, allá por los años 494-498 d.C., decidió que quería acabar con la fiesta de Las Lupercales,
que se celebraban cada 15 de febrero en honor a Lupercus, protector de los
pastores. Así que instauró una nueva festividad justo el día anterior.
No se sabe con seguridad quién fue San
Valentín, ya que hubo 2-3 mártires ejecutados en la época y con el mismo
nombre. La leyenda más aceptada cuenta que, el emperador romano Claudio II
había prohibido el matrimonio de los jóvenes, porque opinaba que los solteros
sin familia eran mejores soldados. San Valentín, posible médico romano que
había decidido adoptar el catolicismo y ordenarse sacerdote, decidió desafiar
al emperador celebrando bodas secretas. Cuando Claudio II se enteró de su
desobediencia, mando llamar al sacerdote, para después encarcelarlo y
finalmente martirizarlo y ejecutarlo el 14 de febrero del 270.
Desde que Gelasio I inaugurara la festividad, se ha celebrado con
continuidad a lo largo de los siguientes siglos, hasta que en 1969 se borró del
calendario eclesiástico, quedando como un día con santo pero sin celebración.
Muchos en España tenemos la creencia de
que el día de los enamorados fue un invento de unos grandes almacenes. Aunque
no digo que no se aprovecharan de esta fecha, comentaros que el primer registro
que existe sobre la venta de tarjetas con bocetos románticos, data de la década
de 1840. Fue la norteamericana Esther A. Howland quien las vendía en la
librería donde trabajaba su padre en Worcester (Massachussets). Y fueron todo
un éxito. ¡Qué avispadilla!. ;)
Tarta de fresones
con queso mascarpone
(Para unas 10-12 raciones)
Ingredientes
- Para la compota de fresones
- Fresones - 500 g
- Azúcar moreno - 2 cdas colmadas
- Zumo de medio limón
- Para el bizcocho
- Huevos L - 3 uds
- Azúcar - 90 g
- Harina - 90 g
- Para el almíbar
- Agua - 150 ml
- Azúcar - 150 g
- Para la crema de mascarpone
- Queso mascarpone - 250 g
- Nata para montar - 200 g
- Azúcar glace - 150 g
- Para la decoración
- Almíbar - El sobrante de empapar los bizcochos (colado)
- Hojas de gelatina - 1 ud
- Fresones - 18 uds aprox. (400 g aprox.)
Elaboración
Preparamos todos los ingredientes para que se atemperen a la
temperatura ambiente, excepto la nata y el queso mascarpone, que conservaremos en la nevera.
Lavamos todos los fresones en abundante
agua fría y los secamos bien con papel absorbente. Separamos aquellos que
vayamos a utilizar como adorno, seleccionando los que sean más iguales.
Puedes utilizar la base del molde del bizcocho para calcular los que necesitas.
Reservamos también 2-3 fresones para utilizar en la primera capa de relleno. El resto los troceamos y los ponemos a cocer, a fuego
medio, junto con el zumo de limón y el azúcar moreno. Cuando espese y siga
habiendo trocitos visibles, retiramos la compota del fuego y reservamos a temperatura
ambiente para que enfríe.
Mientras tanto encamisamos un molde de unos 20 cm de diámetro,
engrasándolo con mantequilla y espolvoreándolo ligeramente con harina. Precalentamos
el horno a 180 ºC, con el calor arriba y abajo y la rejilla colocada un poco
por debajo de la mitad del horno.
Para elaborar el bizcocho, batimos los huevos junto con el azúcar, hasta que
tripliquen su volumen y formen una crema espumosa blanquecina. Añadimos la
harina tamizada con una lengua y movimientos envolventes. Vertemos la masa en
el molde encamisado y alisamos la superficie. Cocemos en el horno unos 15-20
minutos o hasta que al pincharlo con un palillo, éste salga limpio. Una vez
horneado, lo desmoldamos en caliente y lo ponemos a enfriar, boca abajo, sobre
una rejilla.
En un cazo, mezclamos el agua con el azúcar para hacer el almíbar. Lo ponemos al
fuego y una vez que comience a hervir, lo dejamos cociendo 4-5 minutos para que
coja un poco de punto. Reservamos a temperatura ambiente para que enfríe.
En un bol, mezclamos el Mascarpone con el
azúcar, teniendo cuidado de no batir enérgicamente porque este queso se corta
en seguida. Una vez ablandado, añadimos la nata líquida y mezclamos bien.
Podemos batir la mezcla a mano con una varilla, ya que al ser tan grasa monta
rápidamente, aunque si lo prefieres, puedes usar una máquina batidora. Cuando
se haya formado una crema consistente, sin sobrebatirla, para que no se corte,
reservamos en la nevera hasta utilizarla.
Para rebanar el bizcocho, lo colocamos sobre una superficie que pueda
girar. Marcamos los 2 cortes que vamos a hacer para dividirlo en 3 partes. Con
un cuchillo de sierra, a partir de la marca inferior, cortamos todo el
perímetro del bizcocho, teniendo cuidado de mantener siempre la misma altura y
de no introducir mucho el cuchillo. Después, vamos cortando poco a poco a la
vez que seguimos girando el bizcocho, hasta que hayamos cortado todo el
interior. Separamos la primera rebanada y cortamos la segunda.
Con todas las elaboraciones preparadas, comenzamos a montar la tarta. Colocamos la rebanada inferior sobre un plato decorativo y la
empapamos generosamente con almíbar. Extendemos la mitad de la crema de
mascarpone y distribuimos unos pedacitos de fresones frescos (los 2-3 que
habíamos reservado). Ponemos otra capa de bizcocho y almibaramos. Extendemos la
compota de fresones. Rematamos con otra capa de bizcocho, la empapamos en
almíbar y cubrimos con el resto de la crema.
Para decorar la tarta, distribuimos los fresones por toda la
superficie. Hidratamos la hoja de gelatina y la disolvemos en el almíbar que
nos haya sobrado, bien colado y templado (para que se pueda disolver la hoja).
Cuando la mezcla esté fría y tenga un poco de cuerpo, pintamos los fresones
para aportarles más brillo.
Como lleva nata y queso hay que conservar la tarta en la nevera.
Os recomiendo que la hagáis de un día para otro, porque después de un par de
días todos los sabores están más unidos y los bizcochos más hidratados. Para
poder apreciar su sabor al máximo, es mejor que la saquéis de la nevera un ratito
antes de consumirla.
Y nada más. Espero que os guste, que la preparéis para vuestros
San Valentines o en cualquier momento que haya fresones, porque también puede
ser una tarta de cumpleaños estupenda. Cualquier duda que tengáis, podéis
hacérmela llegar a través del formulario de contacto o de los comentarios de la
entrada. ¡Besotes y Feliz San Valentín!.
Una tarta deliciosa
ResponderEliminar¡Muchas gracias!. Realmente es una delicia, muy suave y llena de texturas. ¡Anímate a hacerla y nos cuentas!
EliminarBuenísima
ResponderEliminar¡Si que lo está!. ¡Muchas gracias por tu comentario!
EliminarDios mio nena que cosa más rica!!Me encanta la idea de mezclar la nata con el mascarpone eso le da consistencia. Yo nunca me quedo convencida cuando monto nata, no le he pillado el truquillo aun y eso que a veces uso estabilizante, pero esta idea es genial, la pondré en práctica, un beso.
ResponderEliminar¡Jajaja! ¡Muchas gracias Anansies! Me alegro de que te haya gustado tanto la tarta. :)
EliminarTrabajar con nata siempre es una aventura y muchas veces nos la juega cuando menos nos lo esperamos. Incluso las natas que anuncian que no se bajan después del batido.
Si son cantidades pequeñas yo ya siempre las monto a mano, porque controlo mucho mejor el batido que con una máquina.
Usar estabilizante es muy recomendable porque así te aseguras de que no te vas a encontrar una sopa de nata a las horas de haber hecho el postre. Y además te evita tener que casi sobrebatir la nata con la esperanza de que al estar más dura no se baje.
Añadir un poco de queso también es una forma de estabilizarla. Al aumentar la cantidad de grasa de la nata, conseguimos que el batido sea más consistente. Lo único que hay que tener cuidado con la cantidad, para no cambiar el sabor.
En este caso, como es una crema de queso, sabe totalmente a mascarpone. ¡Y está que te mueres de rica!. Cuando la pruebes, no volverás a comer los fresones sólo con nata, ¡ya verás!. ;)
Ya me contarás que tal te va con el truquillo. ¡Un besazo!