Esta tarta tiene un motivo triste, pero lleno de esperanza. Otro amigo que nos deja y se va a otro país a buscar un trabajo y un futuro.
Aunque hay que ser positivo y pensar que le va a ir genial. De esta forma la despedida se convierte en una celebración. Y... ¿cuál es la mejor forma de rematar una fiesta?. ¡Pues con una tarta, claro!
Aún recuerdo el día en que me llamó Juanma para encargarme la tarta. Es un gran amigo y un incondicional de mi repostería, yo diría que casi es un fan, y nunca duda en ofrecerme nuevos retos.
Me contó que su amigo Miguel, o mejor dicho "Niiiiilffff", se iba a hacer las Inglaterras a ver si allí encontraba algo de trabajo, harto de rebuscar por todos los rincones de este país y no encontrar ni un miserable contrato por un par de horas.
Iba a prepararle una fiesta sorpresa de despedida y quería una tarta. Me dijo:
- "Quiero una tarta con un biplano y que todo sea comestible".
Tal cual. Imaginaros mi cara. ¡Un biplano!. ¡Estaba alucinando!. Mi trabajo con la pasta de azúcar ha mejorado mucho en el último año, pero una avioneta, ¡con alas!, ¡¡en 3D!!...
- "¿Qué se te ocurre?"
Y no me dejó ni pensármelo. Cosa que le agradezco, porque si le hubiese dado un par de vueltas... creo que me hubiese rajado.
Así que a pensar... Podíamos hacer una tarta tallada (yo intentando irme a un terreno más seguro). Pero, no, eso era muy simple. Bueno, pues entonces hacemos que la tarta sea una pista de aterrizaje.
- "Con dos banderas, la de España y la de Reino Unido"
¡Venga!. Y la avioneta en 3D, ya me buscaré la vida, con una figurilla que simbolice a Miguel y una maletita encima de las alas. ¿Cuál es su comida española preferida? - "El cocido". ¡Genial!. ¿De qué sabores la hago? - "A muerte con el chocolate". ¡Estupendo!. ¡A por ella!
Y aún no me creo lo genial que salió.
Primero tuve que resolver cómo realizar el biplano. Estuve varios días dándole vueltas y de repente se me encendió la bombilla. Quizás la forma más sencilla fuese montarlo como si fuese una maqueta. Si cortaba las piezas y luego las ensamblaba... ¡Seguro que funcionaba!.
Así que ni corta ni perezosa me fui a internet a buscar un recortable de una avioneta biplano. Lo descargué. Lo imprimí. Lo recorté. Y lo utilicé de plantilla para dar forma a todas las partes de mi maqueta de azúcar.
Luego sólo tuve que dejarlas secar durante mucho, mucho, mucho tiempo, vamos, ¡días!, para después ensamblarlo todo usando glasa real como pegamento comestible.
¡Y funcionó!. No sabéis el alegrón que me dió. No estaba nada convencida, pero funcionó.
Después ya sólo quedaba lo fácil. Hacer la tarta, representar a Miguel y acompañarlo de su maletita.
Se me ocurrió abrigarlo bien, con un jersey y una bufanda, que en Inglaterra va a pasar frío y más si va volando en biplano. ¡Jeje!. Y no podían faltarle las típicas gafas de aviador, todo un detalle que le daba un aspecto super tierno al muñequito.
Y en la maleta... pues un par de pegatinas de viajero. Una de una isla paradisiaca y otra que simbolizara su amor por un buen cocido.
¡Quedó super cuqui!.
En cuanto a la tarta, cómo ya os he comentado, tenía que representar una pista de aterrizaje y ser de mogollón de chocolate, el sabor favorito de Miguel.
Reproducir la pista de aterrizaje era sencillo. Busqué imágenes en internet e intenté hacerla lo más similar y con el mayor detalle posible. No podían faltarle ni las luces.
Y por supuesto las banderas que me pidió Juanma y que representaban el viaje. De España a Reino Unido. Un par de horas de vuelo a Londres y el comienzo de una nueva etapa en la vida de Miguel.
La tarta quedó increíble. Tres capas de bizcocho de chocolate super jugoso y bien empapado en almíbar de ron, intercaladas con una capa de ganache de chocolate con leche y otra de chocolate blanco. Todo ello cubierto con una capa extra generosa de ganache de chocolate negro, que remataba la tarta simulando que era la tierra alrededor de la pista de aterrizaje.
Cómo siempre me olvidé de hacerle una foto a la tarta por dentro, pero aquí podéis apreciar un detalle de la ganache exterior |
Me dijeron que estaba riquísima y que no sobró casi nada. ¡Y eso que había tarta para más de 20 personas!. Así da gusto.
Y esta es la historia de esta tarta. Uno de los trabajos de los que más orgullosa estoy y símbolo de la superación personal de dos personas, la de Miguel, llena de valentía y la mía, chiquitita, pero superación al fin y al cabo.
Espero que os guste y que os llene la mente de sueños y deseos dulces.
¡Buen fin de semana y felices tartas!
Leo esto y me encuentro con sentimientos encontrados. Por un lado, uno piensa en cambiar de pais para tener una vida distinta y vivir experiencias que no encuentras en tu ciudad. Por otro, pensaba que sabia lo que dejaba aqui, pero viendo el esmero con que se preparo todo, te das cuenta de que en ciertas cosas te quedas corto. Puedo decir sin dudarlo, que no cambio a ninguna de las personas que estuvieron alli.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti tambien por el curro que te diste para que fuera un fin de fiesta unico. La tarta estaba espectacular!
¡Muchas gracias Miguel!. Fue todo un honor preparar aquella tarta y me alegro muchísimo de que os gustara tanto a todos. ¡Muchísima suerte en esta nueva etapa de tu vida!.
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