Este fin de semana he tenido la celebración del cumpleaños de
Carla, una de las sobrinas de mi chico. Es una niña preciosa, muy muy princesa
y muy muy cuqui. Ya le había hecho varias tartas a su hermana y a sus primos,
pero a ella nunca. Y la pobre jamás había dicho nada. No es que no le preparara
nada especial, que el año pasado nos pusimos como el Quico de milhojas de nata,
de crema y de merengue, pero nunca había tenido su tarta personalizada. Así que
de este año no podía pasar.
Hace tiempo que me habían llamado la
atención este tipo de tartas que simulan un vestido de fiesta para una muñeca y
tenía ganas de intentar una. Además, era el tipo de tarta perfecto para Carla.
Una tarta princesa, para una princesita enamorada de todas las princesas
Disney.
Cuando le comenté la idea a su madre, le pareció genial y en
seguida se convirtió en mi cómplice. Mi idea inicial era hacer la tarta entera
comestible, sin utilizar una muñeca, pero andaba muy liada y no iba a tener
tiempo para tanto detalle. Por lo que tuve que proponerla un "robo".
Jajajaja. Bueno tampoco es eso. Simplemente le pedí que me pasara una muñeca de
Rapunzel de Carla para utilizarla como base de la tarta. Exactamente de
Rapunzel, porque le maravilla lo largo que tiene el pelo y ella quiere tenerlo
así de largo. ¡Es monísima!.
Para cocer el bizcocho utilicé como molde
un bol de cristal. Es la forma más cómoda de conseguir un bizcocho con forma de
falda de vestido de baile, sin desperdiciar nada al tener que tallarlo. Tarda
un poco más en cocerse porque el reparto en el molde no es homogéneo y en el
centro se acumula mucha cantidad de masa, pero ahorra un montón de tiempo y
aprovechas el bizcocho al máximo. Por cierto, tiene que ser un bol de cristal
que aguante el calor, no vale cualquiera. Lo comento porque yo me pasé un buen
rato delante del horno rezando porque no explotara el bol, ya que no me
acordaba si valía o no.
Cuando ha enfriado el bizcocho, sólo hay
que cortarlo en capas, hacer un hueco en el centro para las piernas de la
muñeca y rellenarlo como cualquier tarta. Me hubiese gustado hacerlo de nata,
ya que no hay nada que le guste más a Carla, pero aún hace mucho calor y no
quería llegar a la fiesta con una tarta desecha. Por eso me decidí por sabores
más veraniegos. Como siempre empapé bien cada capa de bizcocho con almíbar.
Después unté una fina capa de mermelada de arándanos. De relleno utilicé una
crema de queso a base de mantequilla y completé el conjunto con unos trocitos
de melocotón fresco bien maduro y aromático.
He de confesar que esta crema ha sido una
sorpresa. No soy muy amante de las cremas de mantequilla, lo que en el mundo
anglosajón llaman "buttercream", ya que siempre me han parecido muy grasosas,
pesadas y excesivamente dulces, así que siempre he optado por hacer las cremas
de queso mezclándolas con nata. Podéis ver un ejemplo en la receta de los Cupcakes de zanahoria especiados con queso Mascarpone.
Pero a todo se le puede dar una vuelta y con este calor, no me quedaba otra.
Así que blanqueé la mantequilla con una cantidad muy moderada de azúcar glace,
luego le añadí leche entera para suavizar la textura y por último el queso
crema, prebatido, para que se incorporara sin mucho trabajo. Y, ¡oh!,
¡sorpresa!. Estaba riquísima. Nada pesada. Poco dulce. Y muy cremosa. Me ha
gustado tanto que dentro de unas semanas voy a compartir la receta. Ya veréis
que buena.
Una vez montada la tarta solo quedaba
decorarla. No os creáis que las tenía todas conmigo, ¡que va!. No porque fuera
difícil, sino porque esto de las muñecas nunca ha sido lo mío. Hombre, si que
tenía muñecas de pequeña, y jugaba con ellas, y las peinaba, y las ponía
vestiditos... pero se me pasó pronto, y en seguida descubrí que era más
divertido jugar con los playmobil® de mi hermano, montar en bici, subirse
a los árboles y hacer cosas por el estilo. Así que reencontrar mi lado femenino
podía tener su aquel.
Al final, todo fue ponerse a ello y
empezar a pasármelo bomba. Busqué en internet cómo va vestida Rapunzel e hice
una interpretación con los medios que tenía a mano. Según iba construyendo el
vestido se me ocurrían más detalles y posibles técnicas para utilizar:
texturizadores, pintado con estarcido, brillos, etc.
Aunque pueda pecar de poco modesta, estoy
encantada con el resultado. Quedó preciosa. Me dio mucha pena tener que
partirla. Con lo bonita que era. Y tendríais que haber visto la cara de Carla.
Estuvo un rato larguísimo con la boca abierta, alucinando con su tarta. Esa
cara es el mejor regalo que se puede recibir, os lo aseguro. Compensa todos los
esfuerzos. ¡¡¡¡Y el segundo mejor regalo es que no quede ni gota de la tarta
porque a todo el mundo le encante!!!!. Jajajaja. ¡Qué rica estaba!.
Por cierto, que ni se enteró del
"robo". Fue genial cuando dijo: "Ey, yo tengo una muñeca como
esa"... ¡Menudo despiste lleva!. :)
Espero que os haya gustado, que os inspire
y que tengáis una semana genial llena de tartas y de sueños cumplidos. ¡Nos
vemos!.
Eres un pedazo de artista!
ResponderEliminarQue preciosidad de vestido. Parece mentira que se pueda comer!
¡¡¡Muchísimas gracias Marta!!! Me alegro de que te guste, yo estoy encantada con como quedó y con lo que todos disfrutamos de la tarta. Y fue una pena terrible comérsela... ¡jajajajaja!.
EliminarQue bonita tarta¡¡¡¡ Me hubiera gustado tener una así de pequeña
ResponderEliminar¡A mí también! ¡Jeje! Y eso que no me iban mucho las muñecas. ¡Muchas gracias Mapaz!
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