Tal y como os propuse la semana pasada, hoy comenzamos a preparar
una serie de recetas que nos permitirán dar uso a los riquísimos Bizcochos de Soletillas o Savoiardi que
horneamos en la anterior entrada. Aunque existían múltiples opciones, me he
decidido por empezar con uno de mis postres favoritos: "Un Tiramisù
clásico". Elaborado con café, vino Marsala y queso mascarpone, es ya un
postre italiano típico, que se consume y se conoce en todo el mundo, super
sencillo de preparar, exquisito, delicado e infalible.
Al preparar este dulce, también practicaremos el trabajo con masas batidas ligeras. Para elaborar tanto las soletillas como la mousse
de queso mascarpone, tendremos que someter a fuertes batidos a las claras
y yemas de los huevos. En el caso concreto del Tiramisù, comenzaremos
preparando una masa bomba, que es el resultado de batir enérgicamente las yemas
junto con el azúcar, hasta que triplican su volumen, blanquean y forman una
masa ligera y esponjosa. Después, se mezclan con el queso mascarpone y
finalmente con las claras montadas, que añadirán aún más ligereza y terminarán
de formar la mousse.
Existen versiones del Tiramisù que en vez
de soletillas o savoiardi utilizan capas de "Pan de Spagna", un
bizcocho típico italiano, muy esponjoso y muy rico, que también podemos
encontrar en algunos "Zabaglioni" (Sabayones). Es una opción
perfectamente válida, aunque personalmente creo que le quita ligereza al
Tiramisù, al igual que usar savoiardi secos. Tampoco me gustan las recetas que
le añaden nata montada, porque cambia completamente el sabor. Pero eso va en
gustos. De todas formas, ya os adelanto que más adelante también prepararemos
tanto el "Pan de Spagna" como un increíble "Zabaglione".
Mmmmmmm, ¡qué rico todo!.
Repasar la historia del Tiramisù tiene su complejidad. Lo único en
lo que se ponen casi de acuerdo es que es un postre reciente, no anterior a
1950, que no aparece en ningún libro de cocina hasta los años 60 y que presenta
similitudes con otros postres, como la charlota, la "Zuppa inglese" o
el "Zabaglione".
En cuanto a su origen y creador, hay
teorías para todos los gustos. Una de ellas sitúa su nacimiento en el
restaurante "Le Beccherie" (Treviso, Veneto, Italia), donde el
pastelero Roberto "Loly" Linguanotto, creó este postre añadiendo
mascarpone a un "sbatudin", una mezcla de yemas y azúcar batidos que
utilizaban los campesinos como reconstituyente. El nombre de Tiramisù,
literalmente "tira de mí hacia arriba", derivaría del término en
dialecto del Veneto "Tirame sù", adoptado por su capacidad
nutricional y estimulante (según un artículo de Giuseppe Maffioli en la revista "Vin Veneto",
recogido por la Academia Italiana della Cucina).
A parte de otros restaurantes repartidos por la geografía
italiana, que también luchan por atribuirse el mérito de este postre, existe
otra leyenda que sitúa su origen en la ciudad de Siena alrededor del 1700, con
motivo de la visita del Gran Duque Cosimo III de Medici. Aunque,
quizás, la más picante, es aquella que cuenta que el Tiramisù fue inventado por
la madam de un burdel del propio Treviso, que lo preparaba para que los chicos
recuperaran las fuerzas después del "ejercicio".
Tiramisù
Ingredientes
- Café cargado - 500 ml
- Vino Marsala - 50 ml (al gusto)
- Licor de café - 50 ml (al gusto)
- Bizcochos de Soletilla - 22 ó 24 uds
- Huevos L - 3 uds
- Azúcar - 60 g
- Queso mascarpone - 250 g
- Cacao - C.S.
Elaboración
Elaboración
Preparamos todos los ingredientes para que se atemperen a la
temperatura ambiente. Si quieres preparar los bizcochos de Soletillas en casa, puedes encontrar la receta aquí.
En un bol amplio, donde podamos sumergir las Soletillas, mezclamos
el café con el vino Marsala y el licor de Café. Las medidas de los licores son
un poco al gusto. Si lo prefieres, puedes utilizar café descafeinado y darle un
hervor a la mezcla para que se evapore el alcohol, pero queden los sabores de
los licores.
Para preparar la mousse de queso, comenzamos desclarando los
huevos. Primero montamos las claras hasta que estén muy firmes y las
reservamos.
Después, mezclamos las yemas con el azúcar y batimos enérgicamente
hasta que blanqueen y tripliquen su volumen. Añadimos el queso mascarpone y 2-3
cucharadas de la mezcla fría de café y licores. Removemos con la batidora a
baja velocidad para evitar que se corte el queso. Podemos ablandar el
mascarpone antes de añadirlo a la mezcla, trabajándolo con una varilla o un
tenedor. Cuando esté todo bien integrado, incorporamos las claras montadas en 2
tandas, utilizando una lengua y movimientos delicados y envolventes. La mousse
final es un poco ligera, pero cojerá cuerpo en la nevera.
Bañamos las soletillas en la mezcla de café y las colocamos de
forma ordenada en la base de la fuente que vayamos a utilizar. No las empapes
demasiado, es mejor escurrirlas un poco para que no se forme una sopa de
Tiramisù. Después de cubrir toda la base, extendemos la mitad de la mousse de
queso por encima de las soletillas.
Colocamos otra capa de bizcochitos
empapados en la mezcla de café y la cubrimos con el resto de la mousse. Para
finalizar, espolvoreamos una capa generosa de cacao por toda la superficie.
Dejamos reposar unas 6 horas en el frigorífico, o mejor de un día para otro.
A la hora de comerlo es conveniente dejar que pierda un poco de
frío para notar mejor todos sus sabores. Es importantísimo conservarlo siempre
en la nevera ya que está hecho con huevo crudo y consumirlo en un par de días.
Espero todos vuestros comentarios. ¡Buena semana!.
Buenísimo, el Marsala le dá un gusto especial
ResponderEliminarMe alegro mucho de que te haya gustado. ¡Gracias mami!. :)
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