Hoy os traigo una receta de tradición oral que debe llevar más de 100 años en mi familia: yo la aprendí de mi madre, mi madre de mi abuela y ésta de mi bisabuela. Y no tenemos datos para remontarnos más, porque a nadie se le ocurrió preguntarle a la bisa de dónde había sacado esta receta, pero supongo que también sería de su madre, y así... ¿hasta cuándo?.
Madre mía, ¡te hace sentir muy especial!.
Son un desayuno energético, un postre exquisito, una merienda excepcional o una cena reconfortante. Son tradición, son amor, son familia.
Así que, este post está dedicado a mi abuela, que sigue viva en mi corazón y la que imagino en un lugar maravilloso, orgullosa de todos nosotros y cuidando de todos los perretes que van llenando la vida de su familia, que es la mía.
Esta tarta tiene un motivo triste, pero lleno de esperanza. Otro amigo que nos deja y se va a otro país a buscar un trabajo y un futuro.
Aunque hay que ser positivo y pensar que le va a ir genial. De esta forma la despedida se convierte en una celebración. Y... ¿cuál es la mejor forma de rematar una fiesta?. ¡Pues con una tarta, claro!
Magdalenas. Tal cual. Como las que hacían nuestras abuelas. Sencillas y deliciosas magdalenas. ¿Hay algo más rico?.
¿Os apetece un poquito de "cake" para acompañar un buen café en algún momento de este fin de semana?. No se hable más. Os propongo una receta riquísima y muy energética. ¡Un "Plum cake marmolado de plátano y chocolate"!.
Una forma deliciosa de comenzar a practicar la técnica de las masas batidas pesadas que estuvimos viendo la semana pasada.